Su Pan y Circo.
- Roanna Padron
- Aug 24, 2020
- 4 min read
Pan Y Circo es lo mejor en lo que ha participado Diego Luna. Y sorprendentemente, fue su idea. Cómo NO saberlo si no se cansa de anunciarlo a los 4 vientos. Y es que tiene razón, ¿quién no disfruta de la sobremesa? Coincido en que las mejores discusiones, las más agitadas se dan después de una buena comilona. Y vaya buena comilonas de las que son partícipes los invitados a la mesa de Diego. Diego pidió y su equipo de producción consiguió.
La frase, "al pueblo... pan y circo..." se le adjudica erroneamente a Nicolás Maquiavelo (de su obra, El Príncipe) cuando en realidad es una frase que ingenió el poeta romano, Juvenal en el Siglo II DC, al referirse a los eventos que organizaba el "gobierno" romano para aplacar al pueblo y mantenerlo fiel a su ideología.


Una teoría / práctica que sigue muy vigente al día de hoy. Como ejemplo, la pista de hielo en el Zócalo de la Ciudad de México, la Rosca de Reyes en el mismo lugar, los partidos de fútbol, los conciertos másivos gratuitos... en fin, así hay miles. Y de ahí parte Diego Luna para crear esta mesa redonda en la que invita a personalidades de ámbitos muy diversos para discutir temas muy controversiales (dejando a un lado la sacrosanta regla: en la mesa no se habla de política, religión ni economía) y actuales.


Para empezar, contó con el apoyo / participación de chefs mexicanos reconocidos mundialmente por sus platillos, técnicas y el uso de ingredientes (100% locales, aunque todos lo son ya -porque es lo políticamente correcto-...¿no?)
Javier Plascencia, Enrique Olvera, Elena Reygadas entre otros. No es por accidente que los escogió, pues no solo traen comida a la mesa. También traen su aportación al tema que se discute pues de alguna manera están involucrados. Enrique Olvera prepara una cena para "dar pie" a la discusión de la legalización de drogas en México, que está compuesta -en su mayoría- por una variedad de hongos... Javier Plascencia les sirve platillos típicos de la Baja mientras escucha y cuenta su experiencia en el tema de migración; y Elena Reygadas habla de ser sustentable en una era en la que se abusa de la importación de productos para sobresalir en su ámbito y cómo afecta a su ambiente. Y así cada chef explica su motivo por ser parte del episodio, cada uno muy valido.
Sin embargo, el formato de mesa redonda no es novedoso. Es de los más recurridos en la televisión desde que esta empezó en la decada de los 50. Ni siquiera es novedoso para el medio en que se presenta pues Netflix, a su manera, ha tenido talk shows que terminan en debates por los temas que se discuten (pero a este , no sé por qué, si le veo futuro) sin éxito (el programa de David Letterman, My Next Guest Needs No Introduction está en pausa indefinida). En la mesa de Diego, los invitados y sus puntos de vista -muy diversos- crean el circo para quienes vimos la serie.

Para empezar, porque la legalización de las drogas, el aborto, la migración... todos los temas de los que hablan dan mucho más de 30 minutos de qué hablar. Y no cualquiera debe ni puede hablar de ellos. Aquí es donde siento que flaqueo mucho la intención de Pan y Circo. Y perdió mi respeto.
No puedo creer que se haya sentado Gael García Bernal -por mejor actor que sea- con el expresidente de Colombia Juan Manuel Santos a platicar sobre la legalización de drogas, cuando sus motivos son tan diferentes. Uno claramente usó su fama, su "poder" para conseguir permiso de utilizar la marihuana (el menor de los problemas, en mi punto de vista) de manera recreativa. Mientras que el otro utilizó esos mismos recursos para acabar con años de conflicto en su país y disminuir la violencia a raíz de la producción /uso / distribución de cocaína.Están en lados opuestos del espectro y la verdad no tienen NADA que hacer sentados en la misma mesa, comentando acerca de este tema.
El mismo tema con Ana de la Reguera quien formó parte de la mesa redonda de la legalización del aborto... y no aportó nada de sustancia a la platica. Ella misma lo dijo, no puede mencionar la palabra aborto pues viene de una formación ultraconservadora, católica... pero está satisfecha con que su fundación ayude en lo que puede (pero no en este tema, por miedo a ser recriminada) pero eso no detuvo al religioso Julián Cruzalta ni a Martha Lucia Micher -quien dijo haber sido educada por monjas y agradecerles su formación- expresarse a favor de despenalizar el aborto en México.
Este tipo de personajes son un claro ejemplo de nepotismo, que bien sabemos no ha traído nada bueno a nuestro país y se nota también en este programa. El que una persona goce de fama y exposición mediática NO le da el derecho de autonombrarse representante, vocal, portavoz activista de una causa.
En algunos asuntos que se tocan, los treinta minutos en los que editan lo que seguramente es una comida y platica de horas, se queda muy corta y carece, desafortunadamente, de sustancia para poder comunicar efectivamente el mensaje. Temas como migración, violencia de género y la manera en la que nuestra vida ha cambiado a raíz de la pandemia ameritan las voces encargadas de externar su por qué, cómo y cuándo. Pero también merecen mejor y mayor difusión.








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